El valor de la palabra
La importancia que tiene el cumplir la palabra que le damos a otras personas y a nosotros mismos influye directamente en nuestra autoestima y en nuestra forma de vivir.
Cuando nos comprometemos a realizar una tarea en particular o cuando decimos que vamos a llegar a un horario determinado, lo que estamos haciendo es poniendo nuestra identidad pública (la forma en la que los demás nos ven) en juego. El mundo (amigos, familiares, compañeros, superiores, etc.) nos observa de una manera determinada y en base a esa mirada se forma una identidad de nosotros. Esa identidad es la base para que ellos decidan hacer algo con nosotros o no, para tener algún tipo de relación o vínculo con nuestra persona, o decidan alejarse.
Esta identidad publica funciona como fundamento del porque el mundo nos observa de determinada manera y no de otra distinta. Un ejemplo sería el de una persona que siempre llega tarde al trabajo. Esa persona va creando una identidad de impuntual, irresponsable o descomprometido según la visión de sus compañeros de trabajo y de su jefe. Al contrario en el mismo lugar de trabajo se encuentra un compañero que todos los días llega cinco minutos antes de la hora de entrada, la identidad que esa persona creo para con sus compañeros y superiores podría ser de alguien puntual, responsable y comprometido con el trabajo.
Siguiendo con el ejemplo, ante una posibilidad de ascenso, ante las mismas capacidades técnicas de estos dos personajes, ¿usted a quien le daría ese ascenso?
Esa es la implicancia e importancia que tenemos que tener en cuenta cuando vayamos a cumplir o no con un compromiso que hayamos asumido. El valor de la palabra es algo que nadie nos puede arrebatar o modificar, solo nosotros mismos.
Si soy una persona que constantemente falto a los compromisos que asumí y a las promesas que realice, podre empezar a entender porque no estoy logrando lo que quiero lograr en lo profesional, en mis relaciones y en lo personal. No es casualidad que paulatinamente se cierren las puertas de las oportunidades, que cada vez me cueste más lograr mis objetivos y alcanzar mis sueños. Al tener una identidad publica poco confiable, lo que se espera de mi será poco confiable.
¿Ahora que me pasa a mi internamente cuando se que falte a mi palabra? Aquí empieza a forjarse la Identidad Privada.
Esta identidad es lo que yo veo de mi mismo, el cómo me observo consciente e inconscientemente.
Mas allá de las explicaciones y excusas que pueda darle al mundo sobre el porque falte a mi palabra, interiormente en mi se irá modificando esa identidad privada. Se podrá ir desgastando, quebrando o llenando de excusas tranquilizadoras que no harán otra cosa que influir en mi autoestima. ¿Y que me pasa cuando no cumplo lo que ME prometo, lo que ME digo que voy hacer o lo que ME comprometo conmigo mismo?
Cuando me cumplo o no a mi mismo (Ejemplo: el lunes comienzo la dieta, le mes que viene dejo de fumar, voy a terminar el libro) automáticamente sigo creando la Identidad Privada. Es decir que voy creándome una identidad de mi mismo. Todos sabemos cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades, más allá de pretender ocultarlas o disfrazarlas. Y esa identidad privada es una de las bases para la alimentación de nuestra Autoestima. Esa autoestima no será potenciadora de acciones, no servirá como base para lograr resultados si cada vez que no cumplo con mi palabra se irá desinflando y envenenado de dudas y excusas.
Si me reconozco y me reconocen como alguien que capaz de cumplir con lo que digo que voy a cumplir, el potencial de relaciones, de oportunidades y de posibilidades es realmente infinito.