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Un recurso para mejorar nuestra calidad y no siempre la utilizamos es la palabra del PERDON.
Es tan significativa que modifica en gran medida nuestras relaciones con otras personas, altera nuestros estados de ánimo y nos libera de sufrimientos inconclusos.
El perdón se puede ramificar en tres situaciones diferentes que vivimos las personas y cada una nos lleva a accionar de disímiles maneras y con resultados que potenciaran nuestra libertad interior. Estas tres formas de perdón son:
- El pedir perdón: el pedirle perdón a alguien no nos exime de nuestras responsabilidades por las acciones que cometimos o no cometimos. Al hacerlo estamos aceptando nuestras acciones, pero no por eso dejaremos de remendar el daño que causamos en el otro. Lo importante está en la forma de hacerlo. Si decimos “perdóname”, “te pido que me perdones” o “te pido perdón” estamos sujetos a la decisión del otro de perdonarnos o no, estamos siendo esclavos de su decisión ya que nuestra paz y la libertad interior dependerán de la respuesta del otro. En cambio cuando decimos “perdón” estamos aceptando que en algo no le cumplimos a la otra persona y me hago cargo de ello, así como de subsanar mi falta, pero no estoy dependiendo de lo que a otra persona me diga o deje de decirme. El “perdón” es la forma de hacerme responsable por mis acciones pero también el de respetar mis emociones y libertad como ser humano.
- El Perdonar: en otro lado de las relaciones humanas, hay veces que nos encontramos siendo nosotros a quienes nos fallaron, no nos cumplieron o nos mintieron, así que nos sentimos en el derecho que nos pidan perdón, para analizar si se lo damos a la otra persona o no. Al saber el punto anterior, podemos empezar a entender que hay posibilidades de que alguien pueda pedirnos perdón sin la necesidad de una respuesta nuestra. También y muy posiblemente alguien puede hacer o decir algo que a mí me cause algún tipo de sufrimiento y nunca escuchemos de su boca la palabra perdón. ¿Qué hacer en esa situación? ¿Seguir sufriendo por lo que me hizo/dijo y además sumarle la carga de que ni siquiera me pidió perdón? ¿o hacerme cargo de mi sufrimiento? Si elegimos la primera opción estaremos indefinidamente atados emocionalmente a esa persona, cada vez que recordemos la situación nos sentiremos mal, tristes y seguramente resentidos por lo que no fue. El perdonar es la poción mágica para destrabar ese conflicto emocional, es la forma de liberarnos de esa persona, de ganar por derecho propio nuestra libertad y nuestro bienestar más allá de lo que me hagan o dejen de hacerme. Mi felicidad es demasiado importante como para depender de que alguien me pida o no perdón, así que decido darle mi perdón para continuar viviendo plenamente. El perdonar depende de querer hacerlo, no de que el otro nos lo pida.
- El Perdonarme: si perdonar a otra persona puede costarnos, qué decir del perdonarnos a nosotros mismos. Somos más exigentes y críticos con nuestros propios errores y eso lleva a cargarnos una mochila de errores pasados que decidimos llevar por una gran parte de nuestra vida. Castigarme por algo que no me salió como esperaba, auto infligirme culpas por decisiones desacertadas en su momento, carcomer mi autoestima por factores externos que no pude manejar y cientos de situaciones que ya no se pueden modificar pero que seguimos cargando a cuestas. El darme cuenta hoy de mi error pasado y ver la posibilidad de subsanarlo si es posible, ya es un punto claro de partida de que estoy siendo una persona diferente a aquella que cometió ese error y es un gran fundamento para poder perdóname. Lo pasado no se puede modificar, pero el futuro si. El aceptar que puedo equivocarme y que debo hacerlo, para así poder aprender es una herramienta fundamental para liberarme de mi mismo y comprender que estoy aprendiendo a cruzar el camino del vivir. Perdonarme me libera, me hace más efectivo para formar mi futuro y deja esa mochila de errores pasados lejos de mi prosperidad y la de mis seres queridos.
El recurso del perdón, perdonar y perdonarme esta en nuestra boca, en nuestra elección. Nuestra calidad de vida también.
Federico VENENCIA
Máster Coach Internacional