Una gran herramienta para mejorar nuestra calidad de vida es tener la capacidad de disolver el sufrimiento interno que nos aqueja en determinados momentos de nuestras vidas.
El primer paso para lograrlo es distinguir la diferencia entre SUFRIMIENTO y DOLOR.
El dolor es en acto biológico del cuerpo humano. Es decir, es algo que no podemos controlar. Al martillarme el dedo siento dolor, al golpearme la cabeza siento dolor, cuando me ponen una inyección siento dolor. Todos estos actos son consecuencias de nuestro cuerpo, son la forma que tiene el mismo de decirnos que algo físicamente nos ocurrió.
Este tipo de dolor podemos sosegarlo con medicamentos, ir al médico o esperar que se calme con el tiempo, es decir, que podemos hacer algo para que biológicamente el dolor se vaya
apaciguando.

¿Ahora qué pasa cuando sufrimos? ¿Qué es el sufrimiento?
El sufrimiento es un fenómeno interno y lingüístico. Es decir que se crea, se alimenta y desaparece desde lo lingüístico. Desde el “cuento” que nos contamos a nosotros mismos.
Cuando alguien me dice algo que me duele (no te quiero más, sos un inútil, nunca vas a lograr nada en tu vida, etc.) desde ese momento internamente empiezo a sufrir. Cuando no logro alcanzar un sueño o un objetivo, empiezo a sufrir. Y ese sufrimiento se transforma en desmotivación, resentimiento, odio, impotencia, dejadez, maltrato, culpa, tristeza. Es decir que
me invaden sensaciones que no me hacen feliz. Empiezo a bajar la calidad de mi propia vida.

¿Pero por qué sufro?
Sufro por como interpreto la situación por la que acabo de pasar o estoy transitando. Si alguien me dice que soy un inútil y creo lo que esa persona me dice, voy a empezar a contarme internamente una historia sobre lo inútil que soy. Voy a empezar a crearme una identidad privada que se basara en lo inútil que soy y además me servirá de excusa para cuando no pueda lograr algo que es importante para mí. Ya que “soy” un inútil posiblemente ni siquiera lo intente, porque me conté una historia de que no podre lograrlo.
Si un amigo no vino a casa cuando lo invite, podrá ser también una posibilidad de empezar a crearme ese sufrimiento: voy a pensar que no vino porque ya no le caigo bien, o porque se aburre con mi amistad, o porque solo me uso cuando yo le servía para algo. Cuentos y mas cuentos que nos contamos, sin ningún tipo de sustento y que solo nos sirve para sentirnos mal y SUFRIR.
Interpretar las cosas de un modo o de otro es lo que nos crea ese sufrimiento, que en ocasiones puede durar hasta años. Esa pelea con un ser querido que surgió por una interpretación que yo hice de lo que paso. ¿Le pregunte a la otra persona porque me dijo lo que me dijo? ¿Porque me lo dijo de esa manera? ¿Por qué no cumplió esto o si me hizo aquello? Seguramente no, solo lo interpretamos, y es ese el disparador para el nacimiento de nuestro sufrimiento.


¿Qué puedo hacer para dejar de sufrir?
Fundamentalmente dejar de contarnos ese “cuento” que tan mal nos hace. Buscar una interpretación de los hechos que nos sirva para sentirnos mejor, pensar que lo que yo creo puede no ser verdad, que puede haber ocurrido otra cosa diferente a como yo veo la realidad. ¿Qué pasa si ese amigo que no vino a casa solamente no vino porque estaba enfermo, o cansado? Pasa que sufrí innecesariamente. El cuento que me conté solo me sirvió para que emociones frustrantes incidan en mi calidad de vida.
El no preguntar, chequear, conversar con la otra persona va a llevarme a interpretar de formas que el sufrimiento me convierta en víctima.
Entonces si desde mi interpretación de los hechos voy forjando y alimentando los distintos sufrimientos que tengo, entonces ¿qué me impide interpretar las cosas de otra manera, contarme
otro cuento para así poder disolver el sufrimiento y vivir una vida más plena?

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

El real motivo por el que verdaderamente hacemos las cosas que hacemos es la motivación. Ésta es la que nos moviliza para lleva a cabo determinadas acciones, para conseguir lo que queremos, persistiendo ante los problemas, no rendirnos para finalmente conseguir la meta por la que previamente se ha trabajado.

El objetivo de este artículo es mostrarte de dónde proviene la motivación en los deportistas “aficionados” y como el Coach tiene a su disposición otras herramientas ajenas al ámbito deportivo para desarrollarla. Una de estas herramientas es el Coaching Deportivo, metodología muy potente de autodescubrimiento y desarrollo humano.

¿Cuántas veces decidiste iniciar algún deporte o empezar el gimnasio y abandonaste antes de ver cualquier resultado?
El primer objetivo de un Coach es conocer el nivel de motivación de su coachee, si es suficiente, y en caso contrario cómo estimularlo. Una excelente pregunta para empezar es: ¿para qué quieres realizar esa actividad física en concreto? Las respuestas mas comunes son “para ponerme en forma” o “perder unos kilitos” probablemente te supondrá un esfuerzo significativo y dedicación, por no hablar de dinero. ¿Realmente merece la pena? ¿Qué te hará superar las dificultades y persistir a lo largo de los meses o incluso de los años?

Esa constancia la da la motivación. Para mí, existen básicamente dos tipos de, una de carácter positivo y otra negativo. Como animales que somos actuamos por dos motivos tremendamente simplistas, pero efectivos: huimos y escapamos de lo que nos produce dolor y vamos, nos encaminamos a lo que nos produce placer y felicidad. Todo lo que hacemos, pensamos y creemos tiene su base en este tipo de fundamento. Obvio es afirmar que cada persona tiene a su vez una
visión distinta del dolor y el placer.

Por este motivo, el siguiente paso que realizo con el cliente es asistirlo a través de una reflexión donde pueda reconocer y verbalizar qué dolor o inconvenientes le genera “ponerse en forma” o “perder unos kilitos” y qué beneficios y placeres disfrutará si trabaja para lograr esos objetivos.

Este breve ejercicio es una garantía en numerosas ocasiones para conseguir el compromiso a largo plazo del coachee.
En general, si se cree que hay más placer que dolor al hacer algo, es fácil mantener la motivación. De igual forma, si hay más dolor asociado con la tarea que placer, entonces no vas a estar motivado a seguir practicando deporte y el deportista intentará evitar la situación. Por esta razón, hay que evaluar y chequear el fundamento de los argumentos planteados por el cliente para conseguir constancia en la práctica deportiva.

Por otro lado, si tu no puedes encontrar motivación para realizar algún tipo de ejercicio es posible que tenga asociadas unas fuertes creencias negativas del tipo: “aunque haga deporte no voy a conseguir a adelgazar, nunca lo consigo”, “aunque haga deporte no voy a conseguir tener masa muscular, es imposible, no tengo la genética” “haga lo que haga el técnico nunca me pondrá en el equipo titual”. En primer lugar, para modificar esa desmotivación y dirigirla en beneficio del entrenamiento, puede resultar útil aprender a reformular las creencias, reemplazar el dolor con el
placer: “ si otras personas han adelgazado haciendo deporte… si han aumentado de masa muscular…puedo realizar un entrenamiento similar, si otros lo han conseguido ¿por qué no yo?”.

En segundo lugar, se puede añadir algo de dolor, se puede pensar en todo el dolor que experimentará si no se hace ejercicio. Por ejemplo: “voy a engordar y no me voy a sentir a gusto con mi cuerpo si no hago deporte”. Cuanto más fuerte sea el dolor que el deportista quiera evitar, y más el placer obtenido de la situación más sencillo será motivarle y entrar en acción.

Otras claves para motivarle son.
• Establecer objetivos realistas. Disfrutar de pequeños logros a corto plazo, realistas y que contribuyan a generar un estímulo a largo plazo para avanzar hacia una meta algo más ambiciosa.
• Celebrar los progresos. Se deben registrar los progresos y avances conseguidos durante el entrenamiento y celebrarlos.
• Divertirse y variar. Elegir actividades que contribuyan a hacer más recreativa y menos aburrida la práctica deportiva.
• Visualizar la meta que le gustaría conseguir. Describir una imagen del cliente con el objetivo cumplido y llevarla a la mente en repetidas ocasiones para integrarla y hacerla suya.

Imaginen un equipo deportivo amateur (futbol por ejemplo) donde sus integrantes no estén motivos, ¿cuál sería el rendimiento y resultado final? Y contrarrestando con otro equipo donde sus integrantes estén motivados tanto individual como colectivamente.!! Seguramente ellos lograrían clasificar a cualquier instancia que se propongan!!

Federico Venencia
Director Escuela New Coaching
Master Coach Internacional

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

El tomarnos las cosas de manera personal puede dañarnos seriamente. Para la mayoría de las personas, todo lo que nos dicen o hacen influye de manera trascendental en nuestras vidas. Gran parte de nuestro tiempo nos lo pasamos ofendidos por algo que alguien nos dijo, nos hizo o pensó de nosotros.

Se nos educa y crecemos pensando que todo lo que los demás hacen o dicen tiene que ver con nosotros. Y esto nos hace sentir “culpables” de la reacción del otro. Y esta culpa es difícil de gestionar.

Cuando alguien da una opinión sobre nosotros, cuando alguien nos agrede verbalmente, compramos eso como verdad absoluta, y como la compramos así, nos envenenamos, nos ponemos furiosos, nos enojamos y nos llenamos de sentimientos terribles y totalitarios. Pero lo que realmente sucede es que esa persona no está hablando de nosotros específicamente, si no de sus creencias, sus valores, su manera de interpreta las cosas. Es solo su opinión o punto de vista, no debemos comprar ese juicio como si fuera una verdad indiscutible, porque si lo hacemos nos apropiamos de toda su carga. Es fundamental tener en claro que la opinión o el juicio del otro, tiene que ver con su manera de mirar, con su interpretación, no con la nuestra.

Cuando alguien nos dice algo que nos hiere o nos duele, como por ejemplo: “eres un fracaso”, lo que realmente nos duele no es la opinión que esa persona nos dio, sino más bien nuestra creencia profunda de que “somos un fracaso”.

Si te tomas las cosas de manera personal y crees que eso que te dijeron tiene que ver contigo, te compras el cuento del otro, caes en la culpa y con ella en la necesidad de explicarte y empezar a justificarte y tener que convencer al otro de algo. Todo se magnifica y se convierte en un problema.

Nos pasamos tiempo valiosísimo de nuestra vida pensando o sintiendo que alguien nos ofendió, le damos poder a los otros y eso se convierte en una espiral del horror que solo nos mantiene sujetos al sufrimiento. Caemos en la necesidad de tener que justificar nuestros actos ante los demás, porque aprendimos a querer que los demás nos aprueben, en cierta medida, cuando en realidad solo te debes explicaciones a ti mismo.

Hace mucho tiempo atrás, me sucedió algo bastante duro para mí. Tuve una terrible situación con una persona muy cercana. Escuché las cosas más agresivas y dolorosas. Al principio me ofendí, y pensé como era posible que esta persona me dijera todo esta terrible cantidad de basura. Después me pregunté “¿Por qué a mí?» Estaba furiosa y terriblemente triste. Pero luego del primer impacto empecé a entender que todo lo horrible que esta persona me decía tenía que ver con todo lo horrible que tenía en su cabeza. Cuando analicé la situación, más calmada y sin tomármelo de manera personal, entendí toda la tristeza y frustración que cargaba consigo, y fui yo, como podría haber sido cualquier otra persona que aquella mañana se hubiese cruzado en su camino, la depositaría de toda aquella ira contenida. Esta persona estaba enojada más consigo misma que conmigo.

Es crucial empezar a entender que sea lo que sea que haga u opine el otro, sea positiva o negativamente, no tiene que ver conmigo, si no con sus propias interpretaciones, con sus propias creencias, sus valores, su manera de entender el mundo, sus propias alegrías o tristezas, sus propias complejidades, su experiencia, su propio aprendizaje.

Cuando nos tomamos todo a nivel personal le damos el poder al otro, nos convertimos en esclavos emocionales de los demás, no ganamos nada, solo perdemos siempre.

No es una tarea sencilla, esto de no tomarnos las cosas como algo personal, para nada. Mas sabiendo que desde siempre nos enseñan lo contrario. Pero podemos aprenderlo y ejercitarlo tantas veces que al final se convierta en algo cotidiano, en un modelo aprendido.  Lograrlo nos permitirá ganar confianza en nosotros mismos, dejar de depender de la mirada o la aprobación del otro; y por sobre toda las cosas aprenderemos a ser libres y con más recursos, mejorando nuestra calidad de vivir.

El poder es todo tuyo.

LIC. MARIA DEL CARMEN PAEZ
Coach Ontológico Profesional
Master Practitioner en Programación Neurolingüística.

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

Cuantas veces nos decimos la frase “no tengo tiempo” o “el tiempo no me alcanza”. Y cuando nos contamos este cuento indudablemente creemos que es así, ya que sinceramente interpretamos  que el tiempo no está al servicio de mis necesidades (laborales, familiares, de ocio, etc.). Ahora bien, yo te pregunto: ¿Cuántas horas tiene el día? ¿Hay días que tienen más horas que otros? Las respuestas las conoces. Entonces partimos de la base que hagas lo que hagas, y de la manera que lo hagas, el tiempo disponible es exactamente el mismo todo los días del año.

Es interesante que a partir de haber aclarado lo anterior, podemos empezar a cambiar nuestro discurso sobre el tiempo, ya que él no tiene mayor influencia en mis acciones. El tiempo está siempre de la misma forma y no se pone en contra ni a favor mío. A esta altura del artículo intento que empieces a ver que eres tu y solo tu el responsable de cumplir o no con las cosas que tienes que llevar a cabo en todos los dominios de tu vida. Entonces, ¿son tus acciones o el tiempo el responsable de no llegar a presentar un trabajo, de llegar tarde a una reunión, de no haber estudiado para un examen? Así es querido lector, toda la responsabilidad es solo tuya.

Desde las herramientas del Coaching Ontológico (trabajado SOLAMENTE desde un Coach Profesional y avalado) iniciamos este cambio de perspectiva con respecto  a las responsabilidades en los resultados que estas obteniendo. Entonces algunas preguntas que caben responder para empezar a hacerte cargo de la efectividad en tu hacer diario serian: ¿Sabes cuáles son tus prioridades? ¿Te organizas o planificas las acciones periódicas? ¿Qué no estas logrando puntualmente? ¿Qué podes dejar de hacer para lograr eso que queres?

Asumir tu responsabilidad (entendida por el hacerte cargo, no por el culpabilizarte) es el primer paso para comprender que puedes ser mucho más efectivo en el ámbito que desees, y lograr así mejores resultados que los actuales. La efectividad en las acciones pasan por la calidad de las mismas, no por la cantidad.

También es importante comprender que esta falta de resultados van a influir directamente en dos ámbitos muy importantes (más allá de los resultados en sí mismos).

  1. la identidad publica, que el mundo interpretara de mi será muy diferente si logro cumplir o no los compromisos que asumo con el mundo.
  2. la identidad privada, es decir el cuento que me cuento sobre mí mismo y desde que postura me lo cuento (desde el rol de víctima , de protagonista o de pro activo)

Así que, querido lector, hágase cargo de “su tiempo” y alcance los resultados que desea.

Federico Venencia
Master Coach Ontológico Internacional

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

En gran parte de nuestro trabajo y de nuestra vida necesitamos coordinar acciones con otras personas para lograr un resultado en particular, y muchas veces no somos eficientes en ese accionar. Para entender la coordinación de acciones, para que sea óptima, debemos tener en cuenta qué es una promesa.

La promesa es una distinción lingüística. Todos nosotros hacemos promesas, no se vive sin ellas. Cuando prometemos decimos que hacemos una acción para alguien en el futuro. Las promesas se hacen en toda nuestra vida en sociedad.

Podemos identificar tres elementos básicos que componen una promesa:

  1. La promesa sucede en una conversación entre personas. La promesa se hace para responder a un pedido o realizar un ofrecimiento a alguien. Por ejemplo, cuando un profesor pide al alumno, el día viernes, que entregue una tarea lista para el día martes y el alumno acepta. La promesa se constituye con el pedido de alguien y con la respuesta sí. El PEDIDO + el SI es una PROMESA. El pedido forma parte constitutiva de la promesa. Una formula efectiva hacer un pedido es, YO TE PIDO QUE HAGAS X, EN TIEMPO Y, DE FORMA Z. Esto nos ahorra mucho tiempo para que el oyente entienda claramente lo que pido.
  2. La acción debe cumplir algunas condiciones de satisfacción acordadas incluidas tanto en la petición como en la promesa. Siguiendo con el ejemplo anterior, podemos decir que la condición de satisfacción acordada, seria en este ejemplo, la entrega, por parte del alumno, de la tarea lista el día martes.
  3. Las promesas suceden en el tiempo. El pedido del profesor fue hecho y contestado por el alumno con una promesa el día viernes, y se cumplió la promesa el día martes. Podemos decir que la promesa tiene dos espacios en el tiempo,
    * cuando se promete, y
    * cuando se cumple la promesa.

La promesa se cierra con el «gracias». Por ejemplo cuando el estudiante entrega la tarea de acuerdo a lo prometido y el profesor dice gracias.

Hacemos promesas, a través de la palabra, al decir «te prometo» a alguien, aunque para prometer no se requiere la palabra promesa manifestada explícitamente, por ejemplo cuando alguien me pide que lo ayude en algo y yo acepto, esto es ya una promesa. También podemos prometer a través de gestos, por ejemplo, cuando mi jefe me pide que haga algo y yo asiento con la cabeza, sin decir nada, esto es una promesa, de que lo haré.

En una capacitación que dicte, a una persona esto le generó inquietud ya que manifestó que pensaba que el realizar promesas era un gesto superior, algo que no se hacia todos los días, pero que se daba cuenta que es algo cotidiano, que es fundamental para hacer cosas con los otros.

Las promesas pueden no cumplirse, podemos disculparnos por no cumplirlas, pero esto tiene consecuencias, y debemos hacernos cargo de ellas. Una consecuencia para hacernos cargo es que cuestiona nuestra identidad y mi capacidad de coordinar acciones en el futuro con los demás.

Por esto podemos ver cómo prometer está presente en toda nuestra vida en general, en todas nuestras conversaciones, no podemos evitar hacer promesas, nuestra capacidad de hacer promesas esta relacionada directamente con nuestra capacidad de coordinar acciones, y esto modifica mi mundo y el mundo de los otros, define mi identidad (¿estoy siendo una persona que cumple o no sus promesas?), me dificulta hacer cosas con otros, coordinar acciones con los demás. Ya sea en mi trabajo, en mis relaciones en familia o con mis amigos.

Es así que a reflexionar sobre mi capacidad de cumplir promesas para coordinar acciones con los demás!

Federico VENENCIA
Máster Coach Internacional
Colaboración, Lic. María del Carmen PAEZ

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

Sin duda alguna los seres humanos somos seres emocionales, actuamos a partir de emociones  y/o buscamos sentir otras diferentes. Primero coordinemos que se entiende por emoción: Etimológicamente el término emoción viene del latín emotĭo, que significa «movimiento o impulso», «aquello que te mueve hacia». Esto es que la emoción es un impulso interno que nos lleva a accionar de una forma determinada en una situación específica.

Para empezar a identificar tus emociones tenes que practicar el percibir que es lo que estas sintiendo ante un estímulo en particular. En este momento que estás leyendo este articulo ¿Qué estas sintiendo? ¿Qué emociones pasan por tu cuerpo?, ¿Cuándo estás trabajando que sentís? ¿Cuándo estas con tus seres queridos que emociones pasan por tu cuerpo?  Respondiéndote a estas preguntas podes iniciar el descubrimiento de que estas sintiendo. Es muy común confundir lo que siento con lo que pienso y de esta manera creer que lo que yo estoy imaginando o pensando es lo que estoy sintiendo. Sentir y pensar son dos cosas diferentes (puedo pensar en un asado, pero lo que siento es el placer de comerlo).

Entonces aclarando que emoción es sentir (no pensar) podemos empezar a preguntarnos como se forman estas emociones. ¿Por qué ante una película de terror algunas personas sienten miedo y otras no? ¿Ante una situación dramática alguien llora y otro no? Esto se debe a como ya lo vimos en artículos anteriores cada uno de nosotros interpretamos los hechos de manera diferente, y es esa interpretación de lo acontecido lo que servirá como base para que la emoción que sentimos a partir de esa misma interpretación se explaye con una acción en particular (risa, miedo, llanto, etc)

Seguimos avanzando y nos damos cuenta entonces que las emociones que sienten cada uno de Uds. no son emociones que tengan prefijadas de manera permanente, si no que estas se pueden ir modificando dependiendo de las interpretaciones que tengamos de las situaciones o de las personas. Si entendemos que hay personas más propensas a llorar que otras o algunas que sienten más miedo que otras no es porque esas personas (o nosotros) seamos llorones o miedosos, si no que tenemos una percepción diferente. Si no pregúntense porque cuando éramos chicos nos divertían o temíamos a cosas que ahora no lo harían. Y acá es punto a reflexionar: no son las cosas las que me divierten o aburren, son mis interpretaciones de esas cosas las que despiertan cierta emocionalidad y no otra.

Cuando empiezas a practicar estos dos puntos iniciales (la emoción no es lo que pienso si no lo que siento y que mi interpretación será la causal de determinada emoción) podrás con seguridad empezar a entenderte de manera diferente y también a los demás, respetarlos y respetarte y mejorar tu calidad de vida.

Nadie tiene las emociones que tiene porque sí. Justamente podemos nosotros mismos con estas herramientas que te brinda el Coaching y la Inteligencia Emocional, manejar nuestras emociones de manera efectiva para nuestros objetivos.

Federico VENENCIA
Máster Coach Internacional

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

La esencia del Coaching se relaciona con el aprendizaje y como tal luego de un aprendizaje nada es igual. El coaching ontológico tiene como base el lenguaje y postula que los seres humanos somos seres lingüísticos y así lo comprendí. Desde el lenguaje generamos nuestras limitaciones y desde el lenguaje ampliamos nuestras posibilidades. Comprometida con este proceso de Coaching que inicié me dispuse a observarme, cuestionarme y cambiar la persona que estaba siendo. El coaching ontológico implica una intervención e interpelación sobre uno mismo que modifica nuestro ser, no se relaciona con nuevas habilidades ni capacidades sino lo que está en juego es nuestra forma de ser.

El Coaching como aprendizaje no es aprender en el sentido de estudiar, recolectar información o incorporar conocimientos súbitos sino que el coaching es el proceso mismo de aprendizaje y crecimiento, es vivencial. Durante el cursado de Coaching, me di cuenta que las interpretaciones en la que estaba viviendo se habían vuelto insuficientes para afrontar innumerables situaciones y crisis que se me presentaban. No es sólo el pensamiento el que es insuficiente, sino también nuestras ideas acerca del aprendizaje. Necesitamos tomar conciencia de que nuestras viejas interpretaciones ya no funcionan en este nuevo mundo en el que vivimos.

Para hablar de Coaching debo compartir una distinción que se llama el Observador, término clave en esto del coaching. Todos somos observadores en este mundo y como tales actuamos y nos conducimos. Como consecuencia del actuar, se producen ciertos resultados. Cuando este observador actúa, decimos: “Estoy contento con los resultados obtenidos” o “No estoy contento con los resultados obtenidos”. Y si no estamos contentos con los resultados revisamos la acción. Muy raramente se nos ocurre cuestionar al observador que fuimos, que es quién logró esos resultados. Si ponés atención sólo en la acción, lo que pasará es que podrás hacer más, podrás
hacerlo mejor, pero siempre harás sólo lo que el observador puede hacer. Dado el observador que soy , todos somos observadores diferentes, realizo acciones que me son posibles. Es así que puedo corregirlas, modificarlas, mejorarlas, pero siguen siendo esas acciones. Para comenzar a entender al observador debemos prestar mucha atención al lenguaje. El lenguaje tiene poder, es así que podemos constituir mundos diferentes. Cuando nos ponemos a conversar, comienza a surgir una nueva realidad, que no estaba antes allí, lo que me permite un sin número de acciones posibles que tampoco estaban antes allí. Eso es coaching, así lo entendí. De manera que mediante el observador, el lenguaje no sólo describe el mundo, sino también lo crea. Por eso son muy
importantes las conversaciones. Vivimos en un mundo de conversaciones. Otro tema relevante es el poder de las interpretaciones. Cuando vivimos una experiencia, cuando enfrentamos cualquier situación, una de las cosas que hacemos es explicarlo. Y lo interesante al respecto es que una vez que hemos dado nuestra explicación se nos olvida que la explicación es sólo nuestra explicación, y comenzamos a creer que la explicación pertenece al hecho o situación que acabamos de explicar.

De manera que las conversaciones y las formas de explicarse tienen que ver con el lenguaje, pero también hay algo más que conforma al observador, y es lo emocional, los estados de ánimo y las emociones. El mundo es distinto si estamos deprimidos o si nos sentimos bien. Cuando comenzamos a tomar conciencia que esto, es parte del observador que somos, empezamos a darnos cuenta que lo emocional es generador de predisposiciones para la acción. De modo que cuando estamos en diferentes estados de ánimo estamos predispuesto también a actuar de
manera diferente es decir según cómo nos sentimos. Podemos aprender a regular nuestras emociones, esto se llama inteligencia emocional.

También me quiero referir y es parte del observador, el cuerpo, no muchos lo tenemos en cuenta. La postura del cuerpo habla de nosotros y es más cuando cambiamos nuestra postura es posible que nuestro discurso comience también a cambiar, el cuerpo habla. La forma corporal de alguien triste, por ejemplo, comienza a ser coherente con la tristeza y con las interpretaciones lingüísticas que le corresponden. Cuando hablamos, actuamos. Por eso es tan importante la coherencia entre lo que decimos y hacemos. Todo lo que hacemos es hablar, es sostener
conversaciones.

Por último y cómo decía anteriormente, somos seres lingüísticos, y por lo que el gran desafío es desarrollar una mejor escucha para interpretar mejor a nuestro interlocutor y así mejorar nuestras interrelaciones personales poniendo en práctica la empatía que tan bien recibida es para quien necesita ser entendido y mejor escuchado. Se puede aplicar Coaching en todas las áreas de nuestra vida, nos sitúa en un espacio distinto, permitiéndonos desarrollar nuevas miradas y por lo tanto nuevas interpretaciones.

El coaching ontológico te permitirá comenzar a ser consiente del observador que estás siendo y el que quieres ser. Te invito a que lo vivencies y mejores tu calidad de vida.

Raquel QUISPIA
Coach Ontológico Profesional

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

Los puntos clave para desempeñarme en el rol de Coach, es contar con las competencias abordadas, para lo que necesito reforzar y tener cimientos sólidos de las distinciones aprendidas, lograr mejor comprensión, a fin de que estas nuevas habilidades me lleven a ser un coach integro.

Poner en práctica dichas competencias, efectivizando el profesionalismo y la calidad del servicio, marcando así el valor de la coherencia, de esta manera crearé mi estilo y una imagen tanto como para mis coachee, como para colegas y futuros colegas.

Como también sé que el continuo aprendizaje, capacitación me hará construir me nueva realidad.

“En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje, se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe”

Eric Hoffer

Entendiendo, y teniendo conciencia que el coaching ontológico es un proceso, vehículo que lleva a personas a pasar de un sitio a otro; en dicho proceso el coachee logra tener un aprendizaje transformacional.

Para llevar a cabo una sesión de coaching:

  • En el ámbito intrapersonal, trabajar con coherencia integral, desde el lenguaje, emocionalidad, y corporalidad, imagen. Cuidando así la integridad del “ser”.

En lo que refiere a la generación de contexto de confianza y aceptación:

  • Preparar el lugar físico donde se desarrollará la sesión, asientos cómodos, ambientación energética (contexto visual, auditivo y olfativo). Tener con previa anticipación el contexto, nos puede garantizar la privacidad hacia la generación de confianza.
  • Es fundamental lograr la confianza del coachee, que sienta que la conversación se realiza en un marco de total confidencialidad.
  • Explicarle las diferencias de lo que no es coaching y que sí. Sabiendo diferenciar y explicar. (Ejemplo que no soy psicólogo).
  • Tener un acuerdo (contrato) para establecer con claridad lo que se brinda en las sesiones, y lograr un contexto de responsabilidad mutua.
  • Demostrar validación del coachee como otro ser humano, respetar sus silencios, respeto por sus ideas. Dejar en claro los roles de coach y coachee.

Desde la apertura de la escucha, escuchar con el corazón y el alma, para cuando llegue el momento del quiebre, darle la posibilidad de un rediseño. Cuando declara el quiebre podemos ver la oportunidad de mejora, de lo que está siendo a lo que puede ser. No necesariamente el quiebre puede ser por lo que vino a la sesión de coaching, y puede suceder que aparezcan más quiebres. Allí es cuando tenemos que acompañar al coachee, y ante esta situación, que es muy probable que sea la base de su sufrimiento, desde otro observador, comprender la experiencia, y abordar , el quiebre con parafraseo para validar con sus palabras el quiebre declarado.

En el proceso de realizar preguntas, es para explorar desde que observador nos está dando su relato el coachee, estas preguntas pueden tener diferentes “tiempos”, pasado, presente o futuro; que nos llevaran a ver las posibles causas de su sufrimientos, desasosiego o búsqueda. Es de suma importancia escuchar legítimamente y corroborar sus interpretaciones.

En la interpretación se busca tener la compresión del proceso conversacional, interpretando la emocionalidad y la corporalidad, los juicios, los pedidos, las declaraciones, las afirmaciones, las ofertas (comprender e identificar los actos lingüísticos). Es aquí donde el parafraseo nos hará validar al coachee, que nos permitirá pasar a la clarificación de objetivos y coordinación de acciones.

El coachee comienza a rediseñarse desde un nuevo observador; subyace un nuevo sentido, una nueva oportunidad, un mundo diferente.

En el proceso de rediseñar, crear nuevas oportunidades, nos valdremos de recursos creativos, usando lenguaje generativo para la transformación del observador.

Este nuevo observador tendrá la posibilidad de nuevas acciones, el accionar puede que lo lleve a cruzar ciertos límites, creencias, ideologías, juicios, salir de su “zona de confort”. Es por ello que generando la confianza desde la emocionalidad y haciendo uso del lenguaje generativo para que comprenda que las acciones son el vehículo que lo llevará a desde el lugar actual al lugar ideal.

Plan de Acción: Es la elaboración de las acciones a realizar por el coachee fuera de la sesión. Es la declaración que realizar el coachee. Las acciones no son elegidas por el coach, sin embargo se debe acompañar.

Cierre: El momento del cierre conversacional de la sesión de coaching, consiste en realizar una “síntesis – reflexión” conversacional del proceso con preguntas como ¿Cómo te sientes ahora? ¿Qué te llevas de esta sesión?

Tiene que ver con la responsabilidad de concluir y finalizar ciclos.

Se cierra la sesión agradeciendo al coachee el proceso conversacional, agradecer por la experiencia transformacional, puesto que como coach, también transformó mi observador.

Se agradece el compromiso en el aprendizaje transformacional, se augura y desea éxito en su vida.-

Ariel Eduardo Rezlan Valdez
Alumno 2do año, Comisión 2020, Carrera Coaching Ontológico

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

Un recurso para mejorar nuestra calidad y no siempre la utilizamos es la palabra del PERDON.

Es tan significativa que modifica en gran medida nuestras relaciones con otras personas, altera nuestros estados de ánimo y nos libera de sufrimientos inconclusos.

El perdón se puede ramificar en tres situaciones diferentes que vivimos las personas y cada una nos lleva a accionar de disímiles maneras y con resultados que potenciaran nuestra libertad interior. Estas tres formas de perdón son:

  1. El pedir perdón: el pedirle perdón a alguien no nos exime de nuestras responsabilidades por las acciones que cometimos o no cometimos. Al hacerlo estamos aceptando nuestras acciones, pero no por eso dejaremos de remendar el daño que causamos en el otro. Lo importante está en la forma de hacerlo. Si decimos “perdóname”, “te pido que me perdones” o “te pido perdón” estamos sujetos a la decisión del otro de perdonarnos o no, estamos siendo esclavos de su decisión ya que nuestra paz y la libertad interior dependerán de la respuesta del otro. En cambio cuando decimos “perdón” estamos aceptando que en algo no le cumplimos a la otra persona y me hago cargo de ello, así como de subsanar mi falta, pero no estoy dependiendo de lo que a otra persona me diga o deje de decirme. El “perdón” es la forma de hacerme responsable por mis acciones pero también el de respetar mis emociones y libertad como ser humano.
  2. El Perdonar: en otro lado de las relaciones humanas, hay veces que nos encontramos siendo nosotros a quienes nos fallaron, no nos cumplieron o nos mintieron, así que nos sentimos en el derecho que nos pidan perdón, para analizar si se lo damos a la otra persona o no. Al saber el punto anterior, podemos empezar a entender que hay posibilidades de que alguien pueda pedirnos perdón sin la necesidad de una respuesta nuestra. También y muy posiblemente alguien puede hacer o decir algo que a mí me cause algún tipo de sufrimiento y nunca escuchemos de su boca la palabra perdón. ¿Qué hacer en esa situación?  ¿Seguir sufriendo por lo que me hizo/dijo y además sumarle la carga de que ni siquiera me pidió perdón? ¿o hacerme cargo de mi sufrimiento?  Si elegimos la primera opción estaremos indefinidamente atados emocionalmente a esa persona, cada vez que recordemos la situación nos sentiremos mal, tristes y seguramente resentidos por lo que no fue. El perdonar es la poción mágica para destrabar ese conflicto emocional, es la forma de liberarnos de esa persona, de ganar por derecho propio nuestra libertad y nuestro bienestar más allá de lo que me hagan o dejen de hacerme. Mi felicidad es demasiado importante como para depender de que alguien me pida o no perdón, así que decido darle mi perdón para continuar viviendo plenamente. El perdonar depende de querer hacerlo, no de que el otro nos lo pida.
  3. El Perdonarme: si perdonar a otra persona puede costarnos, qué decir del perdonarnos a nosotros mismos. Somos más exigentes y críticos con nuestros propios errores y eso lleva a cargarnos una mochila de errores pasados que decidimos llevar por una gran parte de nuestra vida. Castigarme por algo que no me salió como esperaba, auto infligirme culpas por decisiones desacertadas en su momento, carcomer mi autoestima por factores externos que no pude manejar y cientos de situaciones que ya no se pueden modificar pero que seguimos cargando a cuestas. El darme cuenta hoy de mi error pasado y ver la posibilidad de subsanarlo si es posible, ya es un punto claro de partida de que estoy siendo una persona diferente a aquella que cometió ese error y es un gran fundamento para poder perdóname. Lo pasado no se puede modificar, pero el futuro si. El aceptar que puedo equivocarme y que debo hacerlo, para así poder aprender es una herramienta fundamental para liberarme de mi mismo y comprender que estoy aprendiendo a cruzar el camino del vivir. Perdonarme me libera, me hace más efectivo para formar mi futuro y deja esa mochila de errores pasados lejos de mi prosperidad y la de mis seres queridos.

El recurso del perdón, perdonar y perdonarme esta en nuestra boca, en nuestra elección. Nuestra calidad de vida también.

Federico VENENCIA
Máster Coach Internacional

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail

¿En nuestra vida somos los responsables absolutos de nuestros resultados?

Desde la Coaching Ontológico postulamos que el poder que tenemos está en “el proceso del hacer”. ¿Cómo es esto?

Primero tenemos que comprender que somos dueños absolutos de nuestras acciones, y son esas acciones las que determinan los resultados que obtenemos en la vida. No podemos echar culpas o depender de otros cuando no logramos algo en algún dominio en particular, ya que de esta forma nos convertimos en víctimas. Como así tampoco deslindar en la suerte cuando las cosas nos salen tal cual la planeamos, porque de esta forma minamos nuestra propia confianza y autoestima.

Los resultados lo podemos dividir en dos etapas:

  1. el resultados en si mismo, y
  2. el proceso del hacer.
  1. El resultado en sí mismo es cuando se logró o no se logró lo que se tenía como objetivo (bajar de peso, conquistar a una mujer, aprobar una materia, conseguir un ascenso, etc.). Puede lograrse o no, eso determinara el resultado en si mismo. Es definitiva es lo que finalmente paso como consecuencia de las acciones.
  2. La etapa anterior a lo mencionado son los procesos del hacer. Es acá donde reside nuestra mayor responsabilidad y poder. Son nuestras acciones las que van a determinar nuestros resultados. Por factores que escapan a nosotros hay veces que el resultado final no sale como pretendemos (clima, acciones de otras personas, enfermedades, etc.) pero es allí donde “nuestro hacer” tiene el poder de encaminar nuevas acciones y buscar nuevamente el resultado final.

Las cosas que hacemos o dejamos hacer se basan en nuestras decisiones y son solo nuestras responsabilidades. No podemos desligar en otros o en factores externos nuestro hacer. SOMOS DUEÑOS DEL PROCESO y del cómo hacemos lo que hacemos y del para que hacemos lo que hacemos, así como responsables de no hacer o no actuar.

Nuestro gran poder esta en las acciones que nos encaminan hacia los resultados que buscamos, porque somos DUEÑOS ABSOLUTOS DE NUESTRAS ACCIONES.

Así que cuando no estés obteniendo algún resultado en particular, reflexiona sobre las acciones que estas tomando y como poder modificarlas para alcanzar tu resultado final.

Federico VENENCIA
Máster Coach Internacional

0 comentario
0 FacebookTwitterLinkedinWhatsappTelegramEmail
Newer Posts