En gran parte de nuestro trabajo y de nuestra vida necesitamos coordinar acciones con otras personas para lograr un resultado en particular, y muchas veces no somos eficientes en ese accionar. Para entender la coordinación de acciones, para que sea óptima, debemos tener en cuenta qué es una promesa.
La promesa es una distinción lingüística. Todos nosotros hacemos promesas, no se vive sin ellas. Cuando prometemos decimos que hacemos una acción para alguien en el futuro. Las promesas se hacen en toda nuestra vida en sociedad.
Podemos identificar tres elementos básicos que componen una promesa:
- La promesa sucede en una conversación entre personas. La promesa se hace para responder a un pedido o realizar un ofrecimiento a alguien. Por ejemplo, cuando un profesor pide al alumno, el día viernes, que entregue una tarea lista para el día martes y el alumno acepta. La promesa se constituye con el pedido de alguien y con la respuesta sí. El PEDIDO + el SI es una PROMESA. El pedido forma parte constitutiva de la promesa. Una formula efectiva hacer un pedido es, YO TE PIDO QUE HAGAS X, EN TIEMPO Y, DE FORMA Z. Esto nos ahorra mucho tiempo para que el oyente entienda claramente lo que pido.
- La acción debe cumplir algunas condiciones de satisfacción acordadas incluidas tanto en la petición como en la promesa. Siguiendo con el ejemplo anterior, podemos decir que la condición de satisfacción acordada, seria en este ejemplo, la entrega, por parte del alumno, de la tarea lista el día martes.
- Las promesas suceden en el tiempo. El pedido del profesor fue hecho y contestado por el alumno con una promesa el día viernes, y se cumplió la promesa el día martes. Podemos decir que la promesa tiene dos espacios en el tiempo,
* cuando se promete, y
* cuando se cumple la promesa.
La promesa se cierra con el «gracias». Por ejemplo cuando el estudiante entrega la tarea de acuerdo a lo prometido y el profesor dice gracias.
Hacemos promesas, a través de la palabra, al decir «te prometo» a alguien, aunque para prometer no se requiere la palabra promesa manifestada explícitamente, por ejemplo cuando alguien me pide que lo ayude en algo y yo acepto, esto es ya una promesa. También podemos prometer a través de gestos, por ejemplo, cuando mi jefe me pide que haga algo y yo asiento con la cabeza, sin decir nada, esto es una promesa, de que lo haré.
En una capacitación que dicte, a una persona esto le generó inquietud ya que manifestó que pensaba que el realizar promesas era un gesto superior, algo que no se hacia todos los días, pero que se daba cuenta que es algo cotidiano, que es fundamental para hacer cosas con los otros.
Las promesas pueden no cumplirse, podemos disculparnos por no cumplirlas, pero esto tiene consecuencias, y debemos hacernos cargo de ellas. Una consecuencia para hacernos cargo es que cuestiona nuestra identidad y mi capacidad de coordinar acciones en el futuro con los demás.
Por esto podemos ver cómo prometer está presente en toda nuestra vida en general, en todas nuestras conversaciones, no podemos evitar hacer promesas, nuestra capacidad de hacer promesas esta relacionada directamente con nuestra capacidad de coordinar acciones, y esto modifica mi mundo y el mundo de los otros, define mi identidad (¿estoy siendo una persona que cumple o no sus promesas?), me dificulta hacer cosas con otros, coordinar acciones con los demás. Ya sea en mi trabajo, en mis relaciones en familia o con mis amigos.
Es así que a reflexionar sobre mi capacidad de cumplir promesas para coordinar acciones con los demás!
Federico VENENCIA
Máster Coach Internacional
Colaboración, Lic. María del Carmen PAEZ