La Programación Neurolingüística nos ofrece un conjunto de herramientas que permiten conseguir cambios en diferentes áreas del desarrollo personal y lograr obtener así, una mejor calidad de vida.
A través de nuestros sentidos percibimos el mundo y luego codificamos en nuestro cerebro esa información recibida, tal como la persona lo percibe.
La programación neurolingüística tiene su origen en Estados Unidos, California, en la Universidad de Santa Cruz, allá por los 70. Sus creadores, Richard Bandler (experto en informática y matemático) y John Grinder (profesor de lingüística), observaron a maestros psicoterapeutas como Fritz Perls (fundador de la psicología gestáltica), Virginia Satir (desarrolladora de la terapia familiar sistémica) y Milton Ericksson (experto en hipnoterapia clínica). Vieron en ellos habilidades comunicativas especiales que les permitían obtener excelentes resultados en la interacción con sus pacientes. Asimilando estas formas de hacer, fueron forjando el conjunto de herramientas que después llamarían programación neurolingüística.
Este nombre tiene que ver con el lenguaje del mundo de lo cibernético: plantea que los seres humanos organizamos -a través de nuestro sistema nervioso y neurológico- toda la información que tomamos del exterior por medio de nuestros sentidos. La codificamos en patrones y eso establece interiormente cómo nos sentimos y pensamos en algún momento, cómo nos predisponemos a un determinad contexto y, de acuerdo a este estado interno, cómo actuamos.
Podemos aprender a «manejar» nuestros estados internos al momento de actuar. Simplemente, interviniendo sobre la representación interna que tenemos sobre nosotros mismos o cambiando nuestra corporalidad, cambiamos nuestra predisposición anímica.
Nuestro cerebro es una máquina extraordinariamente potente, pero sucede que no aprendimos todavía a sacarle el mayor beneficio. Sabemos utilizarlo de determinada manera, algunos más, otros no han aprendido todavía. La programación neurolingüística nos ofrece la posibilidad de aprender a usar, en nuestro beneficio, esa máquina genial, que es nuestro cerebro.
Vamos a realizar un pequeño ejercicio:
Pensemos en un momento muy agradable que hayamos vivido. Puede ser una fiesta donde disfrutamos con amigos, una noche romántica, en la que nos sentimos muy especiales, unas vacaciones en las que visitamos esos lugares que siempre quisimos conocer.
Elegimos el que queramos, cerramos los ojos, y traemos ese momento a la memoria, volvemos a revivirlo intensamente, entrando a la escena que imaginamos: que vemos, que escuchamos, que olemos, que sentimos; tómense el tiempo y traigan al presente toda la experiencia.
¿La revivimos poderosamente?, ¿cómo nos sentimos? Es muy probable que haya cambiado nuestro estado interno, que ahora nos sintamos más contentos, más alegres. Si así lograron sentirse, es porque le dieron a su cerebro los instrumentos necesarios para que generara esas emociones agradables. De esta manera, lograron cambiar su estado interno utilizando la memoria y la imaginación.
Este ejercicio es una forma de ver cómo podemos ser capaces de cambiar nuestros estados internos cuando lo queramos. Sería un ejemplo muy básico de en qué consiste una Técnica de PNL, aunque por supuesto las técnicas reales son más elaboradas y complejas y provocan cambios más potentes en nuestro estado.
Esta programación nos brinda mayores recursos internos para desarrollar capacidades que mejoren nuestras relaciones interpersonales, nuestro trabajo en organizaciones, en el ámbito de la salud y en cualquier ámbito donde la persona quiera mejorar su comunicación y cambiar formas de hacer las cosas, logrando lo que se propone.
Para aprovechar al máximo la práctica de la pnl debemos aprender a salir del lugar “yo soy así o siempre lo hago de esta manera”, salir de esa zona de confort y abrirnos a nuevas formas, ser más flexibles.
Lograr esta flexibilidad de la que hablamos, nos sitúa en un cambio de actitud. Si tu actitud no respalda los cambios que quieres lograr, entonces es hora de que vayas pensando en cambiar esa actitud.
Si nos pasamos la vida pensando en lo que ya no queremos ser, lo mucho que odiamos nuestro trabajo, lo difícil que resulta lograr algo, y todo lo negativo de nuestra vida, solo nos conectaremos con situaciones de frustración y malestar, porque le estamos dando más importancia a aquellos aspectos que no construyen nada, que nos tiran para atrás.
Mientras que si podemos cambiar de actitud, movernos para conectarnos con situaciones positivas que nos sitúen mentalmente en todo los resultados que podemos alcanzar, en todo eso que queremos para nosotros, como por ejemplo, tener mi casa nueva, lograr ese puesto que tanto esperaba, mejorar la relación con mis hijos y mi pareja y todo aquello que nos lleve a crecer y superarnos, empezaremos a ser capaces de aprender a diseñar nuevos caminos que nos abran posibilidades, permitiéndonos aprender a abrir las puertas a todo aquello que deseamos.
Todo cambio siempre depende de ti. Salir de ese lugar incómodo y frustrante en el que estas, solo depende de tu cambio de actitud, de tu flexibilidad, de tu apertura. No hay tiempo para excusas baratas, cuando lo que está en juego es tu propia capacidad para poder lograr aquello que quieres, lo que deseas, tu más anhelado sueño, tu mayor objetivo, tu felicidad. ¡Ese es el desafío!
“La vida puede ser aquello que te pasa o aquello que tú decides que te pase”